Método de Auto-Sugestión Consciente. Grabación audio original en francés, y texto traducido al castellano. Autor E. Coué (1923). Este artículo se ha incluido en esta página web por gentileza de www.archeophone.fr
Traducido por Jacqueline Blanquine (2009).
Escuchar audio original (en francés)
Voy a explicarle en pocas palabras los dos principios sobre los cuales he basado mi método de autosugestión consciente.
El primero es el siguiente:
Toda la idea que tenemos en el espíritu deviene una realidad en el dominio de la posibilidad.
Por ejemplo, si tenemos una pierna rota e imaginamos que la pierna vuelve a crecer, naturalmente no lo hará, porque eso es imposible. Pero si sentimos un dolor en cualquier parte, si tenemos órganos que no funcionan normalmente, si tenemos ideas tristes, e imaginamos que el dolor va a desaparecer, que nuestros órganos enfermos van a funcionar cada vez mejor y mejor, que nuestras ideas tristes van a desaparecer para dar paso a ideas alegres, todo eso sucederá, porque es posible.
- La idea del sueño crea el sueño;
- La idea de insomnio crea el insomnio;
- La idea de crisis de asma crea la crisis de asma;
- La idea de crisis nerviosa crea la crisis nerviosa;
- La idea de migraña, justo en el día en el que estamos invitados a cenar en casa de tal o cual persona, crea la migraña en el día señalado;
Cosa más sorprendente es que hay personas ciegas, sordas o paralizadas, simplemente porque ellas mismas piensan que lo son.
La conclusión que podemos extraer de este primero principio es la siguiente:
- Si toda idea que tenemos en el espíritu deviene realidad en el dominio de la posibilidad, estando enfermo, imaginamos que la cura va acontecer, ésta ocurrirá si es posible; si no lo es, lograremos la mayor mejoría que se pueda obtener.
El segundo principio es éste:
Al contrario de lo que se piensa, no es la voluntad la primera facultad del hombre, sino la imaginación.
Cada vez que hay un conflicto entre ella y la voluntad, cada vez que estamos en el siguiente estado de espíritu: “yo quiero hacer tal o tal cosa, pero no la puedo hacer”, siempre es la imaginación que predomina.
No sólo no hacemos lo que queremos, sino que hacemos precisamente lo contrario de lo que queremos:
- Cuanto más se esfuerza en dormir una persona que no duerme por la noche, más se sobre activa.
- Cuanto más queremos recordar del nombre de doña quién sea, más se nos escapa.
- En algunos casos, cuanto más queremos evitar reír, más nos reímos.
- Cuanto más quiere evitar tartamudear el tartamudo, más tartamudea,
- Etc.
¿Cuál es el estado de espíritu de estas personas, en estos distintos casos?
- Quiero dormir pero no puedo;
- Quiero encontrar el nombre de doña quién sea, pero no puedo;
- Quiero evitar reír, pero no puedo;
- Quiero evitar tartamudear, pero no puedo;
Véanlo, es siempre “yo no puedo”, la imaginación, que predomina sobre “yo quiero”, la voluntad. Así pues, es ella la primera facultad del hombre, y no la segunda.
El conocimiento de este hecho es extremadamente importante, y si sabemos aprovecharlo, podemos, gracias a ella, convertirnos en maestros de nosotros mismos. También es gracias a ella que mi método da mejores resultados allí donde los otros han fallado.
Tiene que saber que dentro de nosotros existen dos seres bien distintos:
- El ser consciente y voluntario que conocemos, y que creemos que es el que nos guía.
- Detrás de éste, hay un segundo: el ser inconsciente, o subconsciente, o imaginativo.
No le prestamos atención y nos equivocamos, pues es, precisamente, este segundo yo quien nos guía tan acertadamente, moral y físicamente. Todos tenemos un corazón, estómago, riñones, hígado, etc. Nadie puede actuar sobre esos órganos a través de su voluntad. No obstante funcionan, incluso durante la noche cuando nuestro consciente duerme. Y si funcionan, es que lo hacen bajo la influencia de una fuerza, la del inconsciente. No sólo éste preside las funciones de esos órganos, sino también las de todas de nuestro cuerpo y de nuestro ser moral.
Si es el inconsciente el que nos guía, y nosotros aprendemos a guiarlo, entonces, aprendemos a guiarnos a nosotros mismos.
Mostrar cómo, es mi papel:
- Ahora le ruego que cierre los ojos y escuche lo que voy decirle, y que los abra cuando se lo diga.
- Cierre los ojos y dígase que todas mis palabras van fijarse, gravarse en su espíritu y que siempre se quedaran fijadas, gravadas, incrustadas allí, y que usted mismo y su organismo tienen que obedecerlas.
- Le digo que a partir de ahora todas las funciones de su cuerpo se desarrollaran cada vez mejor, principalmente las del tubo digestivo.
- Tres veces al día, por la mañana, al medio día y por la noche, tendrá hambre, y, por ello, comerá con placer, aunque sin comer demasiado. Pero tendrá cuidado de masticar bien los alimentos.
- Con esas condiciones la digestión se hará fácilmente, la sensación de pesadez, de molestia e incluso de dolor que pudiera sentir, desaparecerán poco a poco, y, si tiene enteritis, constatará que irá disminuyendo gradualmente. Naturalmente, al hacerse bien la asimilación, la digestión se hará cada vez mejor, y, por eso, se tornará cada día más y más fuerte, y más y más vigoroso. Además, la sensación de cansancio y de fragilidad que pudiera sentir, desaparecerá, dando paso a una sensación de fuerza y de vigor que aumentara día tras día. Por lo tanto, si está un poco anémico, su anemia también desaparecerá, arrastrando con ella todas las molestias que suelen siempre acompañarla.
- Esta noche, mañana por noche y cada noche tan pronto quiera dormir, dormirá hasta la mañana siguiente, hasta la hora que haya fijado para despertarse.
- Disfrutará de un sueño profundo, calmo, tranquilo, sin pesadillas; y, cuando se despierte, se sentirá totalmente fresco y en buena disposición.
- Mientras la digestión, la asimilación y el sueño se desarrollan normalmente, en el caso de que sienta un poco de nerviosismo, irá desapareciendo, dando paso a una sensación de calma, de intensa calma, que le permitirá progresivamente ser maestro de sí mismo, tanto desde el punto de vista físico, como moral.
- Por fin, y sobre todo, si hasta hoy ha sentido una cierta desconfianza hacia sí mismo, le digo que, a partir de ahora, esta desconfianza va gradualmente a disminuir, dando paso a una sensación de confianza en sí mismo que le dará capacidad para hacer, no sólo bien, sino incluso muy bien, todas las cosas que desea hacer, en la medida no obstante, que sean razonables.
- Así pues, cada vez que desee hacer algo razonable, una cosa que esté dentro de sus obligaciones, parta siempre del principio que esa cosa es fácil, desde el momento que es posible, y en esas condiciones, esa cosa deviene fácil cuando sería imposible para otros, si la hubiese considerado como tal. Consecuentemente las palabras: “difícil, imposible, no puedo, es más fuerte que yo, no puedo evitar…” desaparecen completamente de su vocabulario. Esas palabras no son francesas, ¿me entiende? Esas palabras no son francesas, ¡se lo repito! Lo que es francés, es: “eso es fácil, yo puedo”. Con esas palabras ¡se logran prodigios!
- Los que sientan un dolor en cualquier parte del cuerpo, en el pie, en las rodillas, en la espalda, en el costado, no importa dónde, yo les digo que a partir de ahora, la causa de este dolor, se llame artritis o con otro nombre, va a disminuir y desaparecer poco a poco dentro de lo que es posible. Naturalmente, desapareciendo la causa, los efectos que ella determina desaparecerán en la misma proporción, y cada vez que este dolor reaparezca, usted lo hará desaparecer inmediatamente, utilizando el procedimiento siguiente:
Aíslese todo lo posible. Siéntese, cierre los ojos, y, mientras pasa ligeramente la mano por su frente, si se trata de cualquier asunto moral, o en la parte dolorosa, si se trata de cualquier asunto físico, repita rápidamente moviendo los labios, las palabras “se pasa, eso se pasa, etc.” lo más rápidamente posible, incluso farfullando, no importa. Lo que importa es pronunciar esas palabras bastante rápido para impedir que la idea contraria penetre en su espíritu. Al cabo de algunos segundos el dolor habrá desaparecido.
Hágalo de nuevo cada vez que el dolor reaparezca. En todos los casos su inconsciente hará lo necesario para lograr todo lo que es posible alcanzar.
Parte IV
Le he dado buenos consejos. Ya he hecho mi parte. Así pues, ahora le toca hacer la suya. Es lo más importante. Durante toda su vida, entiéndame bien, tanto tiempo como usted viva, cada mañana antes de levantarse, cada noche, en cuanto esté en la cama, cierre los ojos, y repita veinte veces seguidas, moviendo los labios lo bastante alto como para oír sus propias palabras, sin intentar pensar en lo que está diciendo (si lo piensa, está bien, y, si no, ¡sigue estando bien!), y contando mecánicamente con un cordoncito, con veinte nudos, la frase: “todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”.
Hay dentro de esta frase cinco palabras importantes, son las palabras “en todos los aspectos”. Valen para todo, tanto para los aspectos físicos, como morales; por eso es innecesario darse autosugestiones particulares, ya que cada una está incluida en las palabras: “en todos los aspectos”.
Pero, lo que le recomiendo especialmente es que se dé esa autosugestión, de modo sencillo, infantil, mecánicamente y, sobre todo, sin esfuerzo; tal cual como lo que sigue:”todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”, “todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”, “todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”, etc., como si recitara una letanía.
La repetición, a través del oído, hace penetrar mecánicamente en su inconsciente la frase que es una idea: “todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”.
Usted ha visto con los ejemplos que le he dado que, en, cuanto tenemos una idea en el espíritu, esa idea se hace realidad en el dominio de la posibilidad. Así pues, si pone bien en su mente: “todos los días, en todos los aspectos, voy de mejor en mejor”, cada día, en todos los aspectos, usted irá de mejor en mejor. Además, como ya le he dicho, cada vez que durante el día o la noche siente una mal físico o moral, dígase a sí mismo que lo hará desaparecer. En ese momento, aíslese tanto como le sea posible, cierre los ojos, y pasando la mano por su frente para un mal moral, o en la parte dolorosa, para un dolor físico, repita de forma extremadamente rápida, moviendo sus labios, las palabras “eso se pasa, eso se pasa”, etc., durante todo el tiempo que sea necesario. Con un poco de hábito, el dolor físico o moral desaparecerá al cabo de algunos segundos. Hágalo cada vez que lo necesite.